sábado, 31 de diciembre de 2011

Drexler y año nuevo

Hermana duda, pasarán los discos, subirán las aguas, cambiarán las crisis, pagarán los mismos y ojalá que tú sigas mordiendo mi lengua; pero esta noche, hermana duda, dame una tregua.

viernes, 30 de diciembre de 2011

imantación

Esta entrada la dejo para después.

Ustedes son, a partir de este mismísimo instante,
bautizados por mí como: los imantados.

imaginación fértil

Caigo por un barranco de imaginación que me aprieta las manos contra el teclado y los lápices en las hojas de dibujo que yacían en el cementerio de mi creatividad.

Un 2012 lleno de personajes en mi cabeza que claman escaparse fuera de mí al ritmo del tango, pensamiento triste que se baila.

mensajes bélicos

¿Dejarnos ir a merced del destino? ¡Jamás! Seré una mosquetera del amor, empuñando mi espada y retando a duelo a todas ellas. Tenía razón ese pisciano loco cuando me dijo con ojos vidriosos que nunca se deja de amar. Los años nuevos son para los débiles. Volveré con mis tanques, mis armas eternas que fusilan el entendimiento racional: estamos encerrados en la Torre de Marfil para siempre, dando vueltas y buscando bordes a una burbuja inútil. Incendiaré toda tu historia para coronarme Reina de todos tus pensamientos mientras te cultive en caprichos. Como que mi nombre es Alma y Eros al mismo tiempo, y existo entre todos estos seres humanos desde hace más de treinta siglos.

debería dormir

...pero es divertido husmear a mis seguidores que han trepado a 33 en 3 años. 11 por año no es un número tan malo: casi uno por mes. Ahora bien, si de los 33 me leen 3, se curten.
(Claro que no, aplausos para ellos tres)

PAF!

El sonido de un portazo en la cara. (Eva)

before it gets too old

- I think you should've known, you shoud've remembered, that I'll always love you this way and I'll always miss your ways this much (may it hurt me as much as it hurts you). Everyday of my life, 'til the end. Your hands still save my heart and I'll never take it back. Farewell my love, hope I meet you soon & never let go again.

Esta mañana llegó la nota de Anne, la americana que le escribe al misterioso anónimo. También rompen corazones en el Norte.

un día...

voy a ser capaz de escribir algo que alegre a las personas.


Capaz no. (troubled mind)

Eva

La señora Eva, mujer que acumulaba tanta sapiencia que hasta la avejentaba, repasaba unas cartas de otras épocas que habían dormido en su cajón. Las contempló largo rato: una por una se iban apilando al lado de la lata de duraznos vacía y del encendedor. La ocasión ameritaba unos cigarrillos parisiennes y lo que quedaba de la botella de whisky que había comprado una semana atrás.
Las chispitas sonaban y se reflejaban en las pupilas de Eva. Las lenguas de fuego no tardaron en empezar a degustar el papel tipo batik, amenazando con desbordar al pobre recipiente en proceso de ser chamuscado. La tipografía iba derritiéndose mientras la combustión lamía todos los bordes de las J, las G y de las P. Un humito gris jugaba a volarse hacia la izquierda de la habitación.
Eva sonreía con cierta amargura, pero sonreía al fin. Encendió unos cuantos sahumerios que le recordaron el perfume de esa casa, por lo que el momento ganaba aún más misticismo; levantó del piso ese libro de Dolina y terminó de leerlo mientras, entre capítulo y capítulo, le agregaba a la pequeña fogata algo más de qué alimentarse.
Finalmente, cuando el libro puso el punto final de los finales y no le siguieron dos puntos suspensivos, la mujer se recostó en el sillón y se acomodó los lentes hacia arriba. Posteriormente, levantó una ceja y con mirada desafiante, le sostuvo la lengua con todas las palabras y soltó la victoria final, como si se tratase de jugar a un juego guerra, el placer que toda Eva aprendió a lograr durante tantos años:
- Él se lo pierde.

Aplausos para Eva, la pirómana que todo ser humano lleva dentro.

jueves, 29 de diciembre de 2011

"el futuro" de cortázar pero después

"Usted me ha dejado librada al infierno del azar. Me abrió la jaula en un campito de ahí nomás, como se abandona a la mascota indeseada, pero además con todos los regalos que me había dado. Cabe aclarar que los regalos eran las desgracias aggiornadas artesanalmente, que me revolvían todo el pelo a la mañana y me escupían de ideas por la noche.
Sospecho que jamás podré comprenderlo, usted, el hombre sin nombre (alguna vez apodado Doppelgänger), de pies raros y de ideas indómitas. Insólitamente usted me escapó. Insólitamente, usted, me, escapó...
Pero sabrán todos que alguna vez escribí
que quien me buscara, sabría cómo encontrarme."


La notita al pie de la cama, como la carta a los Reyes Magos pero con remitente a nadie. Fiorentina se descalzó y con sus dieciséis años exhaló por última vez el amor en su cuerpo antes de dormirse.

demian

"(...) me llevó aparte y me dijo: "No debe usted entregarse a deseos en los que no cree. Sé lo que usted desea. Tiene usted que abandonarlos o desearlos de verdad y por entero. Cuando llegue usted a pedir llevando en sí la plena seguridad de lograr su deseo, la demanda y la satisfacción coincidirán en un solo instante. Pero usted desea y se reprocha, temeroso, sus deseos. Tiene usted que dominar todo eso. Voy a contarle un consejo."
Y me contó de un adolescente que estaba enamorado de una estrella. A la orilla del mar extendía los brazos hacia ella, la adoraba, soñaba con ella y le dedicaba todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que un hombre no puede enlazar con sus brazos una estrella. Imaginaba que su destino era amarla siempre sin esperanza y construyó sobre esta idea toda una vida de renunciamiento y dolor, callado y fiel, que habría de purificarle y ennoblecerle. Una noche se hallaba sentado de nuevo junto al mar, sobre el acantilado, contemplando a su amada y ardiendo de amor por ella. Y en un instante de profundo anhelo saltó al vacío, hacia la estrella. Pero todavía entonces pensó en la imposibilidad de alcanzarla y cayó, destrozándose contra las rocas. No sabía amar. Si en el momento de saltar hubiera tenido fuerza de alma suficiente para creer fija y seguramente en el logro de su deseo, hubiese volado cielo arriba para reunirse con su estrella.
- El amor no debe pedir -continuó- ni exigir tampoco. Ha de tener la fuerza de llegar en sí mismo a la certeza, y entonces atrae ya en lugar de ser atraído. Sinclair, su amor es ahora atraído por mí. Cuando llegue a atraerme, entonces acudiré. No quiero hacer un regalo, quiero ser ganada.
Tiempo después, me contó otra historia. (...)"



(fragmento) Hermann Hesse

luna lunera

La vida, en realidad, es un conjunto de hechos tan inadmisibles como el de que nadie jamás me haya regalado un disco de Piazzolla. Por suerte tengo todos los tabiques comprados para este tsunami próximo. Quiero decir, que tengo el medidor ajustado para mantenerme a mi altura humana y no caer tan bajo como usted.
Un disco de Piazzolla hubiera sido encapsular un pedacito de éter y alcanzármelo a mis oídos para el resto de mi existencia. Claro que usted siempre prefirió los regalos más sencillos, esos que regala todo el mundo y son incuestionables pero inútiles al corazón. Recuerdo el otoño en el que había decidido obsequiarme sólo infortunios. Los elegía minuciosamente en algún negocio de la calle Corrientes y luego le pedía al vendedor que no lo envolviera porque usted disfrutaba hacerlo en su casa. Los decoraba con moños y lágrimas en un papel celofán rojo o negro, y a su entrega nunca faltaba una flor agusanada.
El proceso de transporte era definible e idéntico. Usted llegaba a mi puerta con el sombrero lleno de telarañas, el sobretodo remendado con papel de diario y con la sonrisa acarbonada me ofrecía la bufanda rayada que se le acababa de caer en un charco. Luego del tradicional sí y mi expresión de desagrado, desembolsaba usted con su mano derecha enguantada y mugrienta a la desgracia aggiornada y me invitaba a conservarla para siempre en mi vida. "La de hoy podrá acompañarla por las mañanas, señorita" exclamaba su boca carroñera con una voz cínica.

El tiempo.
Anoche la luna me observó de costado, sólo el bordecito derecho de su ojo asomaba como amagando a cerrarse y desaparecer para siempre. Su mirada era tan melancólica, que me hizo sentir pequeña e inútil frente a la inconmensurabilidad del universo. Me hizo acordar a sus telarañas, sus regalos trágicos y su historia de vagabundo: la miseria de una existencia errante que dejó de mí sólo un recuerdo gris y empolvado de odio para usted. Piazzolla me dio un guiño de tango y Cortázar me prestó sus cuentos. No me sentí triste.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

revelación de miércoles

Yo no quiero ser ninguna "Margarita"
en alguna calle nostálgica y porteña
ni que me acompañen con un suspiro.



¿Estás enamorado?

martes, 27 de diciembre de 2011

lunario sentimental

"(...) El comandante preguntó de pronto:
-Dime, ¿por qué no te enamoras?
Su compañero tuvo un estremecimiento.
-¿Enamorarme? -dijo- nunca he comprendido bien el significado de semejante palabra. La mujer ha sido uno de mis caprichos, el más costoso y amargo. Padezco por culpa suya; mi tristeza es femenina. Lo que primero empezó a cansarme fue el amor. Les he dado mi existencia sin tasa; he exprimido el jugo de todas mis flores -no un jardín, una selva,- para formar una píldora de hastío. Cuando estuvo hecha, la tragué, y ahora sufro las consecuencias. Alguna vez he soñado con el amor; he pensado que la comunidad afectiva podría ser algo más que un sueño, y para decírtelo de una vez, he querido amar y... no he podido.
El comandante intentó replicar.
-No, déjame concluir. Tanto peor para ti si te disgusto, pero la culpa es tuya. Yo no puedo querer; es problema resuelto. Estoy condenado al aniquilamiento, pues el único amor posible para mí, sería el amor imposible. Desde niño soñaba con quimeras. Tenía un amigo fantástico, un chico semejante a mí, creado por mí; conersaba con él, nos referíamos a nuestros percances, nos disgustábamos a veces. Para objetivar aquella fantasía, figurábame que mi mano izquierda era la suya, y así experimentaba el placer de estrechársela. Un día me herí en aquella mano, no sentí dolor, pues el herido era el otro. En ocasiones le enfermaba para darme el placer de sufrir por él. Quedábase en casa y yo iba a la escuela. Cuatro horas de padecimiento mortal. "Le encontraré en la puerta"; -me decía al volver; y cuando llegaba, resolvía encontrarle en mi cuarto, después en el patio, después sentado junto al último árbol de la quinta, para prolongar en lo posible mi sensación de fraternidad dolorosa. Las primeras turbaciones de la pubertad trastornaron todo. Volvíme cruel con mi amigo, lo atormentaba. Un día le hice morir, y desde entonces vivo en soledad. He visto desaparecer a mis padres, a mis hermanos, sin pena, indiferente, como si se hubiera tratado de seres extraños. Tú, solamente, has conseguido interesarme. Cuando pude querer, las mujeres me devoraron el alma...
- ¿Y el ideal?
- No creo en eso.
- ¿Y el deber?
- No lo conozco.
- ¿Y la belleza?
- La belleza es la mujer.
- Entonces, eres pesimista.
- No, porque no soy curioso: sólo soy triste.
Dos estrellas muy brillantes miraban desde la inmensidad. Los amigos continuaron paseándose en silencio durante un largo rato. Al cabo de este tiempo, el militar reanudó el diálogo:
- ¡Pero la vida es imposible así!
- No te entristezcas; esa frase vulgar con la que tu espíritu se desahoga, me revela tu temor. La idea del suicidio ha germinado más de una vez en mi cabeza, pero me he sentido cobarde. Yo sólo sería capaz de morir por alguien: por ti, por la mujer a quien amara... El peligro está para mí en el amor. El amor no es más que un bello prólogo de la muerte. (...)"


La novia imposible (fragmento), Leopoldo Lugones

domingo, 18 de diciembre de 2011

viernes, 16 de diciembre de 2011

no te vayas



Me siento tan mal que no puedo ni escribirte nada.

(sólo cantando te pude hablar...)

abraxas

"(...) A esto dijo Pistorius: "El impulso que le hace a usted volar es nuestro gran patrimonio humano común a todos. Es el sentimiento de nuestra relación con las raíces de toda fuerza. Pero nos da miedo abandonarnos a él. ¡Es tan peligroso! Por eso casi todos renuncian gustosos a volar y prefieren caminar, como buenos burgueses, por su acera, apoyados en los preceptos legales. Usted no. Usted sigue volando valientemente. Y de pronto descubre usted algo maravilloso; advierte que poco a poco va adueñándose del impulso y que junto a la magna fuerza general que le arrastra hay otra fuerza pequeñita y sutil que le es propia: un órgano y un timón. Sin ella vagaría uno al azar por los aires, como les sucede, por ejemplo, a los locos. Estos tienen vislumbres más hondas que los burgueses de la acera; pero no poseen una clave, carecen de un timón que les permita marcar el rumbo, y flotan a la deriva en el espacio. Pero usted no. Sinclair, usted logra dominar el impulso. ¿Cómo? Eso quizá no lo sabe usted aún. Lo consigue usted por medio de un órgano nuevo, de un regulador respiratorio. Y ahora puede usted ver qué poco "personal" es su alma en sus estratos más profundos. ¡Semejante regulador no lo es, ni mucho menos, invención suya! ¡No es nada nuevo! ¡Existe ya hace milenios enteros! Es el órgano de equilibrio de los peces, la vesícula natatoria. Todavía existen hoy unas cuantas especies de peces, extrañas y conservadoras, en las que la vesícula natatoria es al mismo tiempo una especie de pulmón que en determinadas circunstancias sirve efectivamente para respirar. Exactamente lo mismo que usted utiliza en su sueño, los pulmones para regular su vuelo."(...)"



Demian (fragmento), Hermann Hesse

miércoles, 14 de diciembre de 2011

otro día

Yo trabajo de "entrevistada".








Eso sí: trabajar de verdad, nada nada.

martes, 13 de diciembre de 2011

Martes 13

Hoy maldecimos su nacimiento.

lunes, 12 de diciembre de 2011

buena estrella

¿Y si es verdad eso del amor y del resfrío mal curado?




Amor, entonces ya deberías...
volver
volver
volver
volver
a existir en mí, conmigo.



times are still changing

un día

Un lunes que hace honor a precederle a un martes 13.
Más o menos algo así: anoche no podía dormir, lo cual fue un inconveniente porque me tenía que levantar a las 8 a.m para ir a Puán a que me firmaran la libreta; me levanté y fui a la facultad en el auto; un pájaro hizo sus necesidades repentina y asquerosamente en mi ventana que por suerte estaba cerrada; cuando llegué, me dijeron que las libretas se firmaban el viernes a las 9; luché y conseguí mi autógrafo de Bastarrechea; me encontré con algunas personas indeseables en la facultad y pasé un mal momento; después me tomé el subte para ir a Acoyte; el subte no paró en Acoyte y siguió hasta Castro Barros; me tomé un colectivo desde Castro Barros hasta Acoyte; llegué al lugar de radiología para hacerme la radiografía panorámica de mis dientes; me dijeron que ahí no la hacían y que tenía que ir a Azcuénaga; me fui a tomar el 132; un viejo me dijo algo de un abogado en la calle; llegué al otro centro de radiología que estaba repleto de señoras y señores malhumorados; el sistema de este lugar no era con números, sino que tenía que sacar una LETRA; por lo que llamaban "T de TERESA, U de UVA" y cosas por el estilo; cuando llegaron a la E la recepcionista histérica me dijo que tenía mal hecha la orden; por lo que me indigné con la sociedad odontológica; me fui a tomar el subte D; una pareja de yankees me miró mal; el subte rebalsaba de seres humanos y símiles; me comprimían y no cerraba la puerta; dos estaciones después, toda la masa de gente me empujó hacia un lado y yo observé sin comprender demasiado; hasta que de repente me di cuenta de que había un hombre a 30 cm. de mí que estaba vomitando hasta por las orejas y que se balanceaba de un lado al otro, expandiendo el radio vomitado en el vagón del subte; empecé a maldecir al mundo cuando me quise correr y llegaron a mis pies rastros del aura de vómito del señor; aunque me regocijé en la pareja yankee que se apretujaba en un rincón de manera horrorizada al lado del charco de vómito; me bajé del vagón y me subí al otro, donde me limpié el pie con una carilina.
Ahora me voy a ir a dormir, a ver si todavía me acontece otra desgracia.

tertulia

Apoyó su copa de vino sobre la mesa de una manera elegante, pero con la suficiente fuerza como para producir un sonido que silenció a los demás comensales. El cadáver trozado y pálido de una joven servido en una bandeja plateada tintineó al ritmo del jugo violáceo en las jarras. La mujer que había interrumpido, se levantó del asiento, se acomodó el pelo y, colérica, exclamó mientras señalaba a cada uno de los hombres de la ronda que la acompañaba:
- ¡Y que quede bien clarito que yo no le escribo ni a usted ni a nadie!
Después volvió a su lugar y rió hasta desmayarse, para no llorar.

domingo, 11 de diciembre de 2011

ñoquis con crema

¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio?
¿Por qué nos asustaría la decisión
como si fuéramos a cometer un crimen?
¡Ah! poco nos conocemos, pues un Dios manda en nosotros.

La despedida, Friedrich Hölderlin




Y yo no me olvido.
y yo no (te)





y quizás algún día alguien llegue a decir de mí:

"A mí qué me importa lo correcto,
lo justo, lo necesario para el balance universal...
yo la quiero a ella, fin."



Y (a veces) vos te olvidás
y a veces vos (me)

no somos irrompibles II

"Los cristales pueden quebrarse.
A veces, basta un leve golpe de abanico.
Las telas suelen desgarrarse al contacto de una diminuta astilla.
Se rasgan los papeles...
Se rompen los plásticos...
Se rajan las maderas...
Hasta las paredes se agrietan, tan firmes y sólidas como parecen.

¿Y Nosotros?
Ah... Nosotros tampoco somos irrompibles.
Nuestros huesos corren el riesgo de fracturarse, nuestra piel puede herirse...
También nuestro corazón, aunque siga funcionando como un reloj suizo y el médico nos aseguro que estamos sanos.
¡CUIDADO! ¡FRÁGIL! El corazón se daña muy fácilmente.
Cuando oye un "no" redondo o un "sí" desganado, una especie de "nnnnsí" y merecía un tintineante " sí"...
Cuando lo engañan...
Cuando encuentra candados donde debía encontrar puertas abiertas.
Cuando es una rueda que gira solitaria día tras día... noche más noche...
Cuando...

Entonces, siente tirones desde arriba, por adelante, desde abajo, por detrás... o es un potrillito huérfano galopando dentro del pecho.
¿Se arruga?
¿Se encoge?
¿Se estira?
No.
Late lastimado.
¿Y cómo se cura?
Solamente el amor de otro corazón alivia sus heridas.
Solamente el amor de otro corazón las cicatriza.

Mi amigo y yo lo sabemos.
Por eso somos amigos"

No somos irrompibles, Elsa Bornemann

sábado, 10 de diciembre de 2011

no somos irrompibles

"(...) Las olas van y vienen, pero ya sólo escucho el rugido de todas juntas. Me parecen iguales. Ninguna es mi ola. La mía desapareció con mi infancia y todo lo suyo se fue con ella. Desde entonces, sé que la duda ante la maravilla es casi un pecado. Mi ola...
Era tan hermosa y el verano se quebraba con tal fuerza, que desconfiar de sus palabras fue desleal.
Quise contarte esta historia para que sepas que, acaso, existe una, entre todas esas olas, que te pertenece solamente a ti. Por eso, si la reconoces y te abre al prodigio de decirte que te quiere, que te baste saberlo.
No la sigas empujando por la duda. Su mundo es de las aguas.
Sin embargo, vendrá a ti, para concederte el claro privilegio de su compañía, mientras creas en ella."


Pequeña ola (fragmento), Elsa Bornemann

Textos apócrifos para agnósticos

No puedo esperar a poder escribirte, no puedo creer que sé captarte en una totalidad que asusta.
Quiero describirte con una precisión hermosa y perfeccionar todos tus adorables defectos para que sigan siendo defectos. Quiero limar todo lo que no corresponda. Sí, voy a esculpirte, modelarte, pintarte, dibujarte. Tengo que crearte, todos los días.Me encanta descansar de vos. Me encanta que seas alguien a cada hora y que incluso tus silencios y tu ocio sean míos.
Es perfecto pertenecerte, aunque duela cada vez que cambies. No hay nada que no elija de vos, no hay nada que lastime más que no tenerte y aún así ser tuya.
Sos una armonía preciosa, la presión del agua en el cuerpo sumergido y lo liviano del aire que envuelve un día de humedad.
Tengo que fotografiar cada uno de tus paisajes, tus ideas, tus pesadillas y, sobre todo, cada una de tus palabras; con cuidado de no perderme en los bordes de tu pelo negro y dejándome distraer por las constelaciones de tus pupilas.
Negarte es igual de inútil que negar a mis manos, o a mi boca. En vano puedo intentar lavarte con lágrimas e ignorarte frente a mis ojos, sabiendo que siempre vas a ser.
Es preciso que me enredes en los hilos de tu risa, sentir tu respiración en mi cuello, sujetarme con fuerza a tus piernas, examinarme cuidadosamente en el brillo de tus ojos. Atarme para siempre a tu cuerpo.
Me encanta admirar tu misterio, un eterno horizonte inalcanzable. Soy adicta a nuestras dudas y a las pocas certezas.
Hay un universo dentro tuyo donde vivo.
Y no puedo esperar a poder escribirte.

Hablen, tiene tres minutos

De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais, para bajar al pozo
donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel
y sé que estaré solo en la ciudad más poblada del mundo.
Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.
Máxime sabiendo
que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina,
como la cifra que repite interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura.
Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos, que nos demos
un pétalo, aunque sea un pasito, una pelusa.


Julio Cortázar

miércoles, 7 de diciembre de 2011

de vez en vez

Quizá él esté pensándola o acariciándola ahora. Ella, la nueva: nuevos ojos, nuevas manos, nuevas piernas, nueva boca. Las personas se vuelven nuevas cuando alguien las conoce, y él la estaba conociendo. Cada uno de estos hechos yo los presencié telepáticamente cuando caminé por la cuadra de su casa. Él no confía, ella duda, él no sabe que ella sabe que no confía.
Él la besa con besos míos y la acaricia con mis caricias.

martes, 6 de diciembre de 2011

lo dijeron mejor

"Un sonido repetitivo, prolijo y casi como crónico se producía cuando caminaba. Tap, tap, tap. Sentí un suspiro sobre mis hombros como una ráfaga húmeda que me estremeció de una forma particular. Estaba bordeando el parque mientras admiraba fervientemente el pasto recién cortado que teñía de un color verde claro los rayos del sol primaveral, que ya amagaban a veraniegos. Trepé con esfuerzo los diez escalones de la entrada y busqué diferentes figuras en las ramas y hojas incipientes de los árboles sobre mi cabeza. Como de costumbre, me perdía en un paseo breve que combinaba el sabor de la infancia y diez minutos de paz de la vida adulta. Más de una vez hubiera deseado poder llevarme una parte de esa plaza adentro mío, un lugar donde recordarme quién había sido y quién quería ser.
Pero no todo era pacífico en esta caminata. Podría decir que a cada paso que daba se correspondía un tap, por lo que me vi obligada a revisar las suelas de mis zapatos sucesivas veces, con esperanza de encontrar una tachuelita inoportuna incrustándose en la madera. Aquel día no le di importancia y disimulé frente a mis amigos y conocidos, pero en cuanto noté que con todos mis zapatos podía oír y sentir ese tap, tap, tap empecé a gestar dentro mío un nerviosismo casi monstruoso. ¿De dónde podría provenir tal melodía siniestra?
Los días eran realmente eternos, y la ingesta de Coca Cola de las últimas setenta y dos horas combinada con una buena dosis de estrés podía mantenerme despierta durante una semana entera. Empecé a elaborar diferentes hipótesis que aceptaban desde un repentino brote psicótico hasta envenenamiento por el desodorante para pies. Durante cuatro días enteros reconstruí todos los hechos de los últimos cuatro meses, detalle por detalle. Hasta incluí los varios cortes de pelo, puesto que cualquier mínimo acto podía ser la causa de tal terrible y ya desesperante sonido. Habían sido días de ausencias propias: en cada hecho que remarcaba de mi agenda podía descubrir lo tan ajena que permanecía mi psiquis de mi cuerpo. Probablemente me había mecanizado tanto que me había convertido en un robot, y ese tap, tap, tap no era más que un tornillo suelto dentro de mi talón.
No tenía sentido tener un tornillo dentro de mi talón. Sin embargo, le insistí a un traumatólogo para que me recetara una buena cantidad de estudios que detectaran tornillos en el cuerpo. En la sala de espera del radiólogo sonaba una canción de la cual no podía ubicar el álbum, ni el año, ni el intérprete principal. Conocía el nombre del grupo y el ritmo, pero hubiera sido inútil memorizar la tapa del disco cuando lo más relevante de la música es transmitir una sensación. Moví los dedos y el tobillo de cascabel al ritmo que escuchaba, casi inconscientemente, tanto que no noté que el tap, tap, tap había desaparecido por completo en cuanto llamaron a mi turno. El radiólogo frunció el ceño frente a mi precario diagnóstico y prosiguió con su trabajo. Una vez en la calle, no podía creer que el ruido articular hubiera desaparecido. La situación ameritó un helado a modo de festejo.
Pero la única verdad, finalmente, era que no había podido develar el verdadero origen de mi dolencia, y que en parte ya la estaba extrañando a días de su ausencia. No sabía si era el sonido de pisar a mi sombra, pero era un dolor dulce. Al fin y al cabo, ¿Quién querría vivir sin sombra? No podía arriesgarme a haberla perdido para siempre, por lo que me vi obligada a retomar mis investigaciones. Entonces recordé...
Venían a mi mente un montón de palabras en francés a modo de lluvia. Aparecieron también un brazo flotante, una boca sin dueño, una zapatilla carente de compañera y un ramo de flores fantasma. También sonaba esa canción del consultorio, pero distorsionada y casi irreconocible. Inmediatamente reapareció aquel tap, tap, tap en mi cerebro, repitiéndose en una frecuencia que no había conocido. Me encontré a mí corriendo en el parque entre todos esos taps desordenados, corriendo de un desencuentro. Una actitud lo suficientemente comprensible: nadie quisiera encontrarse jamás con un desencuentro, de esos que andan siempre despeinados, que esperan del otro lado de la calle y se equivocan de horarios.
Con la mirada fija en el suelo, fui poco a poco ascendiéndola y reacomodando las piezas sueltas que había encontrado antes en mi cabeza. Frente a mí se formaba un rompecabezas de una perfección envidiable. Pero la figura magnífica tenía ojos tristes y cejas arqueadas, puesto que no estaba realmente satisfecho con la posición de todas sus fichas. No tardé mucho en enamorarme de él y de sus piezas defectuosas que iban mutando y convirtiéndose en perfectas. Incluso mis manos empezaron a fragmentarse en formas de puzzle, y pronto todo mi cuerpo también era como un juego de mesa que había que desarmarlo y armarlo de nuevo, renovar piezas y corregir las dañadas, entre otras actividades.
Mi hipótesis y sospecha más fuerte al día de hoy, tanto tiempo después, es que él tiene escondidas esas fichas que me sueltan los tornillos del tobillo. Oportunidades no faltaron para el oportuno robo, entre tanto desarmarse, derrumbarse, crearse, creerse uno arriba del otro. Él bien podría haber aprovechado cualquier oportunidad para quedarse con mi parte de atrás de las costillas izquierdas; falla que explicaría perfectamente el tap, tap, tap del tren inferior.
Lamentablemente, hace semanas que no he vuelto a verlo. Seguramente el ladrón se haya dado a la fuga en cuanto le comenté mi desperfecto técnico que tanto me ensimismaba. Me cuesta imaginarlo llevándose impunemente la mejor parte de mí en una jugarreta sucia. Pero me tiene sin cuidado."- Se echó a reír cuando culminó su relato, mientas sostenía con su mano izquierda tres fichas de cartón rojo barnizado en forma de corazón, en el bolsillo de su vestido de rompecabezas.

domingo, 4 de diciembre de 2011

un cielo y un infierno

"Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (como te gusta el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado. Y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdóname.
Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fíjate. Pero fíjate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué es gratuito? Por miedo a empezar las fabricaciones, son tan fáciles.
Sacás una idea de ahí, un sentimiento de otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: Te quiero. Total global: Te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor que sienten por sus esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."






Rayuela, Cortázar

sábado, 3 de diciembre de 2011

bien amar y bien morir

Bien amar y bien morir
son al fin la misma cosa,
como mi muerte amorosa
lo va pronto a definir.

Tú lo has querido y justo es,
que siendo tuya mi vida,
ya sin objeto rendida,
la eche en un beso a tus pies.

Ni me queda más destino
ni quiero suerte más bella,
desde que eras tú la estrella
que alumbraba mi camino.

Nadie debe lamentar
resolución tan sencilla:
cuando el astro ya no brilla,
los ojos hay que cerrar.


Decisión, Leopoldo Lugones