No necesito sentir de nuevo las suturas en el corazón, esas que inventé por el vacío pretérito que dejaste cuando el sentimiento se te voló por la ventana en el vendaval de los amores nuevos, esa tormenta del atardecer en cielos tímidos; que es el mismo vacío presente como cuando dejás en suspenso las anécdotas nuestras, cuando nosotros éramos el mundo, como el vacío que aparece cuando se desdibujan tus letras en el monitor y quedan en stand by mis sueños.
Será que el amor está al filo de los espejos, donde el vidrio a medio resquebrajar se tiñe de los colores de los recuerdos felices; quizás mi amor esté en encontrarte en el parque de nuevo, cuando el verde rebrote la sequía de este verano; o será que el amor está en tu reflejo, ese doble tuyo que admiro desde hace tanto y desde lejos.
No necesito vivir más para entender a quién elijo, no necesito entender los riesgos, no necesito tener un tope de disculpas; porque ya es irreal tu perfección. Y el tiempo no es más que tiempo; y mi afecto como tu misantropía son inoxidables. Incluso pueden pasar siglos, y mi opinión ser idéntica, por real o por capricho. Podría reclamar a otros esa sensación irrepetible, dibujar tus ojos en el cielo y vomitar mil palabras hermosas, sabiendo que sin embargo nunca voy a ser. Podría desaparecernos, podría olvidarme de que siempre voy a sentirlo. Pero es la combinación perfecta mi locura y tu falta de cordura, porque el ir y venir es lo que somos y sos a quien yo amo.
Quizás sea tu segunda opción con besos y abrazos reciclables; o quizás ni siquiera figure en tu lista. Esa ambición de este amor de ojos ciegos... porque quiero tanto de vos, necesito tanto de vos; porque como te amo, te necesito. Sos parte mía, mi historia y la memoria más presente todos los días... no me preocupa que no estés, porque te tengo para siempre. Y quizás nunca lo escuches de mi boca.