Quiero oírte aunque sólo te quejes.
Pues aunque fueses sorda, necesitaría lo que dices
y aunque fueses muda, necesitaría lo que ves,
y aunque fueses ciega, seguiría queriendo verte.
Me has sido adjudicada como mi guardián,
el largo camino no está ni a medio recorrer,
¡considera la oscuridad en la que aún estamos!
Así que no me vale “¡Déjame, que estoy herida!”
Así que no me vale ningún “en cualquier sitio” y sí sólo un “aquí”;
el servicio no ha sido anulado, sino aplazado solo.
Bien lo sabes: no es libre quien se necesita.
Yo, sin embargo, te necesito, sea como sea;
digo yo y podría también decir nosotros.
Soneto 19, Bertolt Brecht
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