Cuando mi recuerdo se convierta en thanatos vas a hacer ley a tu verdad. Juez de mi prontuario, la pena de muerte ya es sentencia. Percibo su cáscara más densa que nunca, una niebla espesa cubre sus ojos. La silla está lista y sus músculos firmes no harán esfuerzo alguno: ninguna mueca de pena asomó a sus mejillas. Miro su boca por última vez al mismo tiempo que cada electroshock retumba en cada arteria, cada vena, cada capilar, cada microcapilar de mi corroída carne. El silencio se interrumpió por un último pestañeo. Mis ojos huecos y la piel nívea que asoma graciosamente detrás de algunos mechones del pelo negro sobre mi cara. El hedor a sangre en el aire y una sonrisa de satisfacción hace eco en la nada. Me sumó a su colección del olvido con el corazón estallado.
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