Supongamos un momento. Ahora, en los adoquines húmedos de la calle Tejedor. Me tenés de la mano mientras caminamos por donde pasan los autos y te reís diciendo que estoy loca. Se me cae el aro de rosa negra que te gusta tanto y sólo vos lográs encontrarlo en toda la espesura del universo. Ahora está en mi mano, ahora que me estás dando un beso. Me las ingenio para alcanzarte, mis brazos ruedan tu cintura y te amo más cuando las horas del sábado son frescas. Son dos pasos más para sentir el tirón de la manga que me enreda en tu boca de churrasco.
Ahora despertémonos. Ahora, en mi cuarto, en mi cama. Me duelen la cabeza y los pies por los zapatos de taco que usé anoche. Juan me me manda un beso por mensaje de texto. No hay chistes, no hay Tejedor, no hay abrazos. Dos llamadas a un número desconocido. Me levanté y almorcé una milanesa.
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yo quiero saber...