lunes, 1 de octubre de 2012

el arduo deber de escribir

Hoy estamos frente a frente, tête à tête. A vos se te giran los ojos de las responsabilidades mientras yo estoy contaminada de escribir parciales domiciliarios. Sin embargo, siempre fue clave mi grandísima habilidad de memorándum y la pompa que hago de ello. Hoy no va a ser la excepción.
Nos encontramos en situación de paralelogramo: "cuadrilátero cuyos lados opuestos son paralelos entre sí". Dos pares adyacentes, dos pares opuestos y paralelos. De alguna manera me recuerda al libro que me aburrió tanto, La soledad de los números primos, porque la repulsión entre dos líneas que corren por la misma rectitud pero en distinta vía es comparable a nuestra vida. Así nos conocimos, y así andamos desde entonces, pispeamos el caminito que se hace el otro pero nunca jamás somos capaces de cruzarnos.
¿Qué vamos a encontrar hoy en este texto de ficción? El tuyo, el suyo, el mío. A veces me resulta como un dolor en los tímpanos el silencio, pero necesario, porque calla y cura y me sana. Pero nadie viene hasta acá, viaja hora y media, sólo para callarse. Por eso te pido que me hables, que me hables lo más que puedas para poder elegir yo ese silencio que te haga doler los tímpanos y te haga respuesta de lo que me pregunto.
Aprendí a ser consciente, a saberme morir y reinventarme. Las etapas en las que puedo repartir mi vida son testigo de que ayer ya no era como hoy, que era otra en un mismo cuerpo ligeramente deformado, con un tono de voz a veces un poco más agudo, otras veces un poco más grave. Otra con otras ideas, otros ojos, otras palabras. 
Hoy, aprendida y prendida de estas posesiones, sé del paralelogramo y de la repulsión magnética que nos depara nuestra existencia. Soy dueña de todo Palermo y ésa es la zona donde puedo manejarme impunemente, ser nueva o ser vieja, acordarme u olvidarme de los bancos de Plaza Armenia. Hoy soy gigante y me armo de megalomanía para decidirlo. Te miro a los ojos y ya no son, vos también fuiste otro ayer y ahora no podés acordarte how to be all I wanted. 
Menos mal, porque hoy me siento llena de retazos pasados viejos y con olor a naftalina. Hoy es más de estar lejos y de no llegar nunca a esa hora a ese lugar para no encontrarme a nadie, para que ya te hayas ido y yo sepa extrañarte de nuevo. Porque ya no contabilizo existencias, ni risas ni llantos. Porque crecí, hoy puedo elegirte. Silencio.


Hoy puedo elegirte, Silencio.

1 comentario:

  1. Mientras te leía, elegí acordarme de aquella vez en que volvíamos poseídas de la Biblioteca Nacional como si el mundo fuera apenas eso. Cuatro zapatillas buscando las palabras y encontrándonos en pleno silencio McDonald's. Eso es lo más parecido a "estar en sintonía", compartir unas papas fritas sabiendo que en realidad son otra cosa.
    Te quiero, siempre.

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