Es inevitable caminar por Corrientes sin llenarse de literatura, de la calidad del porteño. Mi sensación de la mítica avenida siempre me remite a alguna pieza del tango, a pleno bandoneón. Existe una Guía T de corazones rotos que deambulan fantasmagóricos por las calles condenadas del centro cual plaga nostálgica. Están cada uno en su punto de referencia, esperando alguna mirada de consuelo o sólo un pañuelo prestado para siempre.
Increíble sería no hacer asociación -no tan- libre y empezar a clasificar todas esas despedidas incrustadas en mi memoria que tienen sabor a la melancolía maldita de Buenos Aires: pasar por Paseo la Plaza es gritar tu nombre en voz alta, seguido de un ''¿Por qué?''.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
yo quiero saber...