Tuve al Übermensch de Nietzsche frente a mí y tuve que dejarlo ir.
Sus puños cerrados y la mirada lejana, la condena eterna y el insomnio de lunas que no fueron. Su estilo inglés o francés en el pilar de casi dos metros o mil que formaban su cuerpo mágico y la boca perfecta. Prometí el día entero pero me desperté antes de la madrugada, la cena congelada y el cielo que amenazó con aplastarme la tristeza.
Sus puños cerrados y la mirada lejana, la condena eterna y el insomnio de lunas que no fueron. Su estilo inglés o francés en el pilar de casi dos metros o mil que formaban su cuerpo mágico y la boca perfecta. Prometí el día entero pero me desperté antes de la madrugada, la cena congelada y el cielo que amenazó con aplastarme la tristeza.
Le dejé mi corazón en una servilleta, dos lágrimas de tela y un beso que no se despidió.
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