De la fatiga eterna nacieron tus ojos de escarabajo. La muerte del recuerdo, en las plazas de Palermo. Sólo Plaza Francia, Lucía, tu olvido no olvida, cucharas envolviendo el clítoris que arde, grullas enredadas tras tu vientre, lágrimas de un invierno. Duele más contigo.
El murmullo terminó de crear el ocaso en tu garganta. El útero vacío carecía ya de cualquier rastro de humanidad: Lucía nunca fue ni será, ¡oh, tragedia!, lengua de cal, labios, mercurio, hastío. Nunca merecí menos amor que lágrimas muriéndose en fosas y flagelos del cuello del dolor.
¡Es el fin de la moral burguesa! Todo lo repulsivo del hombre: su boca de pezón y su plasticola de esperma. Ni el mismísimo vómito podría reflejar fielmente su inmundicia.
El murmullo terminó de crear el ocaso en tu garganta. El útero vacío carecía ya de cualquier rastro de humanidad: Lucía nunca fue ni será, ¡oh, tragedia!, lengua de cal, labios, mercurio, hastío. Nunca merecí menos amor que lágrimas muriéndose en fosas y flagelos del cuello del dolor.
¡Es el fin de la moral burguesa! Todo lo repulsivo del hombre: su boca de pezón y su plasticola de esperma. Ni el mismísimo vómito podría reflejar fielmente su inmundicia.
Lucas Verduci & María Eugenia Trapani
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