viernes, 30 de noviembre de 2012

falso final

Los blogs quedaron outoffashion, y para evitar malas interpretaciones de ésas (mis entradas), optaré por el viejo y recauchutado Word donde voy a ambicionar escribir sin que nadie se entere cuando nadie sepa. 
Una escritura literaria, sicaria de memorias, una hormiga que camina lento y nadie percibe y va creando historias caricaturescas con un estilo "Bang, bang! My baby shot me down" y así. Algo así, atemporal y anacrónica.

Sweep it into the corner or hide it under the bed, say these things they go away but they never do 

una caja con dos tapas de botellas

Hoy no supe más que perder el tiempo y sentirme triste, todo me sonó adentro como un cascabel medio roto. Era un ruido como de una cajita de cartón, que quizás perteneció a alguna golosina, con dos tapitas metálicas de botellas adentro, de las cuales quizás alguna perteneció a una cerveza.
Quizás, curiosamente, esas tapas nos habrán abierto días idílicos de alegrías y eternas. Quizás, las botellas quedaron igual de vacías y en algún basural como todo lo que quedó de nosotros. Lejos, aplastados, vacíos salvo el perfume del contenido que tuvieron alguna vez. Eso nada más, un perfume viejo que hoy nos estremece el estómago y nos da correntadas de aire helado en el pecho. Un par de tapas que dejaron de ser ordinarias para ser como una foto que cuando se duerme se transforman en una escena en replay.


Necesito volver a contar los pedazos de mí que quedaron tirados por ahí.

a bad cover version of love


is not the real thing.

martes, 27 de noviembre de 2012

el él

Hoy les dejo esparcida mi maldición a todos los mortales.


Salud.

ay III

Donde hubo fuego,

Senisas quedan.

ay II

Cómo duelen
cuando duelen
las cosas
que duelen.

lunes, 12 de noviembre de 2012

ay

.






Cómo duelen
las cosas
cuando duelen.

martes, 6 de noviembre de 2012

el día que borré las fotos

Las viví, las saqué, las adoré, las miré, las imprimí, las recordé, las odié, las evité, las extrañé, las lloré, las olvidé, las valoré, las atesoré, y hoy las borré. No hacía mucho las había encontrado de nuevo en mi pantalla, en la carpeta que hacía meses no se abría (¡ni cerraba!). Fue un tema recurrente en mi mente los últimos días, y decidí espiar esos rincones de mi vida de los que había huido por un tiempo.
Así las reencontré. Ahí estaban, todas enfiladas con .jpg, las originales y a las que les había corregido la luz. Mayormente estaban ocupadas por alguien muy parecida a mí, quizás más joven, a veces más feliz y a veces más triste. En casi todas, esa figura estaba acompañada de alguien muy parecido a él, quizás más joven, a veces más feliz y a veces más triste. Casi que recordaba las historias de cada una, lo que había pasado antes y lo que había pasado después. Casi. 
Entonces puse en acción la tecla rectangular vertical al lado del Enter, y empezó a sonar como si fuera una música de un piano extraño. Entonces entendí que iban ser mejor recibidas en ese rincón de la memoria que almacena las luces y tiende a borrar los tormentos de antes y después. Eran cruelmente armoniosas de una manera lastimosa. Sin embargo, ya no nos correspondían como antes y me convencí de que quizás serían aún más lindas en mi memoria antes que en los viejos y anticuados píxeles.
Escondí las manos como si estuvieran ensangrentadas y hubiera sido culpable de algo. Las había liquidado, había asesinado a los pasados. De todos modos, ¿quiénes son esas personas ahora?

jueves, 1 de noviembre de 2012

luciérnagas

Hoy en el colectivo (...) estaba pensando en mis profesores de Francés y de Inglés, personas que procuran un palacio del saber en un nido de ratas. Vendrían a ser las manzanas rojas entre las pasadas y las podridas, como el aire fresco cuando el calor sofoca en enero. Vendrían a ser quienes, como si fueran buenos vidrieros de antaño, te convencen de que empezar por uno mismo y al hacer lo mejor posible haciendo lo que hace, se puede crear el primer soplo de un jarrón maravilloso.

como eran las cosas

El amor envejece. Todas esas personas con la piel blanda y arrugada, añejada como pasa de uva, de movilidad pobre y torpe, memoria escurridiza y anteojos, son personas que indudablemente amaron mucho y fueron muy amadas. Eso es el amor y sus marcas en la carne que va oxidando para mantenerse fresco y revitalizado en el interior, como adentro del esternón, hinchándose y deshinchándose acorde a la ocasión.
Un día vamos a ser demasiado viejos y cuando nos muramos nos vamos a dar cuenta (quizás hasta nos arrepintamos) de habernos amado tanto tanto tiempo y no haber sabido cómo. Capaz sea tarde.

Capaz no.