jueves, 12 de agosto de 2010

innocentia

La espiral a través del cuerpo, cadencia en la voz y el dualismo siempre presionando cada una de mis arterias amenazando con estallarlas. Alguna vez resultó inconcebible creer en una vida sin limbo, del cielo al mismo averno; la visión romántica de creer que las rosas siempre van a mantener su color y su perfume.
Cloto, Láquesis y Átropos serán solamente el tiempo, hoz invisible que difumina los momentos que ya no quieren ser, perdidos en su germen que fue vida y fue muerte; como la melancolía de la rosa marchitada ya sin ninguno de sus encantos; semejante a la cotidianidad, lo banal del cosmopolita que yace en su rutina ordinaria, ya sin alma.
Pero el verdadero desierto, hades, infierno, orco; la verdadera cornisa de la vida siempre se escondió en lo más imperceptible de su mirada esquiva, a veces tan lejana que era una con el caprichoso horizonte. Habrá quizás, aprender a encontrar la otra cara de la melancolía de la rosa, lejos de sus ojos, resignar alguna vez el paisaje gris.

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