miércoles, 23 de diciembre de 2009

fantasmas en el café

Esta vez mis penas audicionan
al recuerdo de sus pupilas nítidas
cual voyeur a sus ojos de dádiva apasiona
y escurre la mirada acuosa sobre la piel desnuda.

Será la finura de aquel fantasma
que condena a la eterna espera
de ya casi doce lunas sin noches,
las tristezas que plasman
aquellas horas de arena entre cenizas de sol.

Me pierdo en la palidez de su rostro
crece, imperceptible, llega a lo alto
la sombra de besos pasados,
y desaparece repentino.

3 comentarios:

  1. Que bonito. Que lindo escribir de los recuerdos vivos. Al menos a mi me gusta (que sádica)

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  2. muy tanguero, desgarrador, ideal para acompañar un lunes después de un aterrizaje con turbulencias en Ezeiza, y con unas copas encima : )

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yo quiero saber...