lunes, 22 de noviembre de 2010

infinitamente

Existís en el filo, el cénit de los cuerpos. Estás del fin al principio inconclusos; en el conjunto de elementos del cosmos. Somos amalgama de un mismo magma, del fuego al lumbre de nuestras mentes, existimos dos pero somos uno.
Te encuentro repentino, aletargado por el viento costero que saliniza tu boca, tu boca de gajos de rosa, tu boca de hoguera donde duerme tu lengua serpentina, flecha y espada a mi corazón ciego.
La esencia pura tuya se escurre del génesis de mis terminaciones nerviosas, recorren axis y costillas que caprichosamente abrazan lo vital y se mezclan en la liquidez sanguínea; la nobleza de tus pupilas, ojal de tu interior donde descansa la real intimidad de los sentidos, entibian mi alma fría, que agoniza manchada de ausencias y nostalgias; que te busca, que te inventa constantemente; donde nadie más sabe, el Absoluto, donde yace el amor del Eterno. Guadaña será el cese de tu ser en mí, el fin permanente del tiempo.

1 comentario:

  1. Denoto leyendo el texto, la influencia de la biología en vos.
    Soy tu sobrino.

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yo quiero saber...