domingo, 20 de febrero de 2011

hiedra al sol

Así fue como se deshizo de mi corazón, como un bollo de papel que cae en el tacho de basura al destino fatal de lo inútil. Desde ayer no sería más que un montón de sensaciones vanas; y por sensaciones entendemos a un amplio inventario de sentimientos, ilusiones, las muchas situaciones hipotéticas que habíamos imaginado, los proyectos nunca concretados, algunas palabras balbuseadas secretamente en francés, nuestra historia tímidamente compartida, los detalles físicos que me condenan a recordarla. No me dio más que una sonrisa de cotillón acompañada por palabras que pretendían un consuelo y esa mirada que secretamente sigue pidiendo más en la sombría esquina de la última vez. Nunca comprendería que las calles que caminamos difícilmente escaparían de su memoria a la brevedad, que mis caminos rutinarios estarían para siempre contaminados de su perfume y la sensación cuando rozábamos accidentalmente nuestras manos, el fuego inesperado, la confusión de lo repentino, su presencia en tantas canciones mías. Sólo pude descubrir la fachada de su fingida fortaleza, en actos fallidos que descubrían su frágil corazón en constante reparación; pero jamás lograría descifrar con certeza la complejidad de sus miradas, sus verdaderos pensamientos que me ocultaba, la abstracción de sus palabras que, sin darse cuenta, me dejaron en las venas una dosis real de su alma desnudada de parafernalias. Así fue, que sin demasiadas explicaciones arqueó sus cejas y la convexidad de sus ojos se despidieron de los míos para no volver. Me prometió escribirme para olvidarme, como le había aconsejado alguna vez Henry Miller sobre transformar personas en literatura.

1 comentario:

  1. Todo queda marcado en la mente, es cuestion de tiempo para que se esfume.

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yo quiero saber...