lunes, 25 de julio de 2011

admirar tus cielos

Cuando era chica, acostumbraba viajar acostada en el asiento trasero del auto. Así podía mirar para arriba, y a través de la ventanilla, hacer otro camino diferente a ese de los semáforos terrestres. Hacía juegos sobre cuánto faltaba, por qué parte de la ciudad estaba, cerrar los ojos cuando pasabamos cada una de las enceguecedoras luces colgadas como faroles eléctricos. Irónicamente, es mi cable a tierra ese cielo escondido que los presurosos porteños tanto dejan de lado: ahí, en esas calles del centro, donde se escapan tantos diseños enramados como también molduras históricas que lloran memorias.
Todavía conservo "mi cable a cielo". Mientras espero en la parada a la salida de la facultad, me pierdo entre ese millar de gotas verdes sobre mi cabeza que hacen sonar al viento; en el colectivo yendo para el centro me distraigo con esas cúpulas oxidadas que vivieron tantos cielos. Si bien les conservo un respetuoso temor a los balcones de los departamentos, no puedo obviar la hermosa vista aérea que proveen ni evitar acercarme tímidamente a la baranda para espiar la otra perspectiva.
En resumen, cualquier asiento o banco que posea la virtud de permitir subir los ojos hacia esa acuarela que tiñe tantos paisajes es lo único que a veces tenemos. Dependiendo del sitio de la ciudad en el que se encuentre el mueble, va a tener una visión con distinto encanto. Podría jurar que hay un banco en Plaza Armenia que hace aparecer y desaparecer partes del lugar con trucos de magia. En el Parque Rivadavia y el Centenario, hay otros tres bancos hechizados ubicados al azar de quien los busque; y también en Paseo la Plaza hay embrujos de amores perdidos y reencontrados en los asientos de planta baja donde se filtra la luz entre los jazmines de primavera.
Todo sea por admirar al gran telón. Bastan cinco segundos para sentirse ínfimo ante el universo y gigante a la vez. Esos cielos que son míos, y fueron suyos y hoy son tuyos, y hasta quizás un día sean nuestros y de ellos.
Todavía, cuando puedo, me acurruco en la parte de atrás del auto y veo pasar tus cielos.

1 comentario:

  1. "Todavía conservo "mi cable a cielo"

    Che muy bueno, no sólo me gustó este escrito, sino que me gusta mucho lo que pudde ver del blog. Con tu permiso seguiré revisando.

    Felicitaciones, saludos.

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