domingo, 14 de junio de 2009

paradigma

Algo como la perfección y la estabilidad quebradas, la unión del cielo y la tierra en el horizonte contaminado con ciudad en la fragilidad de los años, la melancolía del gris y abandonado cemento, el nudo en el estómago junto la arenosa voz de la a.m. y la desgracia del desdichado.
A lo lejos se oían las voces de expectantes miradas que ansiaban tu show y el pasto entre los dedos se derretió como el sol desapareció en el avergonzado firmamento. Buscaba, desesperanzada, un recuerdo donde pudiera contenerlo y me preguntaba la respuesta que más temía.
Las palabras se escurrían al ritmo de Dylan mientras me fusionaba con el paisaje. Las quejosas láminas amarillas teñían el suelo mientras la duda trepaba y deslizábase, imperceptible, hasta mi cuello. Esperaba el momento justo para hundir sus dientes aunque infaliblemente el otoño estaba predestinado a camas frías y soledad, logré cerrar los ojos con fuerza.
Era un ir sin venir, como la tinta de la lapicera, la botella del vino, el cielo de mi infierno, el sonido de la música, la goma de borrar(se), la luz del sol, y de pronto, el axis del ser.
Todavía queda mucho que recorrer, el viento le porfiaba a la imagen de tu indeleble reflejo. Todavía me esmeraba en juntar las partes para rearmar tu obstinado rompecabezas. Pero yo no quería remendar tu pasado, me hubiera encantado reinventar tu presente.

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