jueves, 23 de febrero de 2012

nota al náufrago

No creo en los finales. Ni los felices, tristes, abiertos, cerrados o vacíos han logrado estimular mi credo sobre ellos. Yo me encuentro aquí, en esa delgadísima línea del Absoluto donde puedo alcanzar estrellas con las manos y crear constelaciones invisibles que te hagan sonreír distintas sonrisas en una variedad de siglos, lustros, milenios. Dondequiera que estés, náufrago.
Inevitablemente sonrío cuando lo hacés y me duele también cuando dolés. Casi que maldigo y bendigo las respuestas atinadas de adivinanzas imposibles que logro al descifrarte. Ando renga cuando no estás y me lastima el peso del cuerpo que compartimos cuando separados. Llevo en mi único hombro tu vida y la mía, que me dan descargas eléctricas cada vez que no logro construirte una constelación de esas que conociste.
Yo sólo sé que no creo en los finales y que no tengo mucho más que decirte. Aún no descubro la física que me haga viajar en el tiempo para traerte a mi lado repetidas veces hasta poder encontrarme en un punto eterno de esa delgadísima línea con vos, donde nos quedáramos petrificados, sólidos, juntos, muertos y vivos porque ya no importaría si viviéramos o muriéramos uno con el otro, Uno.
Sin embargo sé que existís en mí tanto como existo en vos. Hay un universo dentro tuyo donde vivo, lleno de sueños de papel, donde te acompaño todos los días al trabajo después de despertarnos, desayunarnos y bañarnos. Tengo que confesarte que te extraño incluso cuando toco tus manos imaginarias, cuando te miro a los ojos transparentes, por el simple miedo a que nuestra piel insista en ser dos en lugar de ser uno. Aún tengo el consuelo de saberte alguna vez mío, el regocijo de que la sensación de tus caricias perduren todavía en mi cintura y algún que otro tótem que construí en tu honor.
Sólo desearía poder alcanzarte de alguna manera con mis manos de árbol y ayudarte a trepar hasta mi corazón con tus zapatillas rojas. Se nos rompieron todas las brújulas, náufrago, y seguís tan cerca que todavía te charlo las noches de Luna llena. Me llegaron estrellas de que voy a encontrarte en esta década, porque no existen los finales.
Sólo por hoy hago de cuenta que llego a darte el abrazo en el momento y lugar indicado, llenándote el alma de eso que sólo vos y yo sabemos qué. Y mil abrazos más... hasta que te llegue el Sol.

3 comentarios:

yo quiero saber...