sábado, 3 de abril de 2010

del tango en la estación

http://twistedreflex.blogspot.com/2009/09/douter.html (continuación):

Dos horas más tarde, el hombre que tanteaba las paredes arrabaleras mientras se le opacaban los camambuses, chueco, se agazapó en un adoquín. Su desgracia no culminaba con el mal de amores que se acurrucaba en su pecho y su aliento a licor, sino que lo esperaba todavía otro suceso más antes del yurno.
- ¡No se puede zafar del zurdo, no! - exclamó el joven en voz alta, como consuelo. En la esquina de Corrientes y Callao lo miraba Felipe, el cafisho. Se compadeció con el corazón del poeta y se acercó con su aire de desfachatez característica.
Felipe era un muchacho alto, de gran porte, con ojos claros casi risueños y de escaso pelo negro. Mantenía siempre esa sensación de ser un amargado, aunque en verdad era un estratega y guardaba un secreto en su alma de hielo.
- ¿Qué sucede, señor? -le inquirió molestandole la pierna con un ligero roce como para despertarlo. Julio reaccionó apenas con una mirada triste detrás de la galera, levantando la cabeza. El hombre de pie abrió los ojos espantado y se recuperó con voz amenazadora:
-¿Vos sos Julio Paz, el que le arrebató la francesita al bachicha Gómez? ¿Te creés que te vas a llevar de arriba esta vez lo que le hiciste? -lo cazaba del hombro al del corazón seco.
-Yo soy Julio Paz. La morocha me najó el martes a la noche... me dijo que no quiere verme más, que ama al gallego. Pero nadie sabe que me corrió la nena... -balbuceaba y trataba estirarse el hombro arrugado- si no es por Gómez, será por otro, yo sé que durante esta semana soy boleta.

(sigue ¡otro! día)

1 comentario:

  1. Exquisito, exquisito, sos más tanguera de lo que intuía. Lástima que siendo tan tanguera, escuches Placebo,

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